LA ILUMINACION
H.M. ENOMIYA LASALLE
La experiencia del Satori no sólo existe en el Zen, sino también en el cristianismo y en otras religiones. Un católico europeo que había leído la descripción del Satori en un libro sobre Zen me contó que hacía muchos años había tenido la misma experiencia antes de saber nada del Zen. Él lo llamaba encuentro con Dios. En la historia se conocen muchos casos parecidos. También Plotino, sin duda, tuvo una experiencia de este tipo. Para él era vivir la unidad con el Uno. Ya hemos hablado en otro momento de la experiencia de san Agustín. También los relatos de algunas visiones de nuestros santos recuerdan grandes iluminaciones Zen. San Ignacio nos ha dejado un testimonio de su profunda experiencia de Manresa en su Autobiografía:
“Una vez iba por su devoción a una iglesia que estaba poco más de una milla de Manresa, que creo yo que se llama San Pablo, y el camino va junto al río; y yendo así en sus devociones se sentó un poco con la cara hacia el río, el cual iba hondo. Y estando allí sentado, se le empezaron a abrir los ojos del entendimiento; y no que viese alguna visión, sino entiendo y conociendo muchas cosas, tanto de cosas espirituales como de cosas de la fe y de letras; y esto con una ilustración tan grande, que le parecían todas las cosas nuevas. Y no se puede declarar los particulares que entendió entonces, aunque fueron muchos, sino que recibió una grande claridad en el entendimiento; de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados sesenta y dos años, coligiendo todas cuantas ayudas haya tenido de Dios, y todas cuantas cosas ha sabido, aunque las ayunte todas en uno, no le parece haber alcanzado tanto como de aquella vez sola. Y esto fue en tanta manera de quedar con el entendimiento ilustrado, que le parecía como si fuese otro hombre y tuviera otro intelecto que tenía antes”257. Este relato contiene todo lo que se encuentra en las iluminaciones Zen más grandes y además, sin duda, un elemento cristiano que se refiere a verdades reveladas.”
Más característica aún, desde el punto de vista Zen, es la visión de San Benito, que describe San Gregorio. Tuvo lugar en un monasterio edificado por un patricio llamado Liberius, mientras el santo estaba orando durante la noche en el piso superior de la torre: “Cuando el hombre de Dios, Benito, estando todavía dormidos sus hermanos, adelantándose a la hora de la oración nocturna se encontraba despierto ante la ventana en oración a Dios todopoderoso, al levantar de repente su mirada a la noche, vio como una luz descendía de arriba, ahuyentando todas las sombras de la noche y llenando todo de una claridad tan grande que esta luz que brillaba en la oscuridad era más clara que el día. En este mismo momento ocurrió algo maravilloso como él mismo contó más tarde, a saber: que ante sus ojos apareció el universo entero contenido en un único rayo del sol”258.
Es bastante probable que aquellos grandes filósofos paganos, Platón y Aristóteles, experimentaran una gran visión parecida, de la que luego a lo largo de sus vidas fue surgiendo, como de una semilla, todo su sistema filosófico.
257 SAN IGNACIO DE LOYOLA, Obras completas, BAC, Madrid 1952: Autobiografía, 31-109.
258 De vita Benedicti, en Patrologiae Cursus, t. 66, Migne, Paris 1846, c. 45.
Libro: ZEN Y MISTICA CRISTIANA
Autor: H.M. ENOMIYA LASALLE
Página #: 366
“Una vez iba por su devoción a una iglesia que estaba poco más de una milla de Manresa, que creo yo que se llama San Pablo, y el camino va junto al río; y yendo así en sus devociones se sentó un poco con la cara hacia el río, el cual iba hondo. Y estando allí sentado, se le empezaron a abrir los ojos del entendimiento; y no que viese alguna visión, sino entiendo y conociendo muchas cosas, tanto de cosas espirituales como de cosas de la fe y de letras; y esto con una ilustración tan grande, que le parecían todas las cosas nuevas. Y no se puede declarar los particulares que entendió entonces, aunque fueron muchos, sino que recibió una grande claridad en el entendimiento; de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados sesenta y dos años, coligiendo todas cuantas ayudas haya tenido de Dios, y todas cuantas cosas ha sabido, aunque las ayunte todas en uno, no le parece haber alcanzado tanto como de aquella vez sola. Y esto fue en tanta manera de quedar con el entendimiento ilustrado, que le parecía como si fuese otro hombre y tuviera otro intelecto que tenía antes”257. Este relato contiene todo lo que se encuentra en las iluminaciones Zen más grandes y además, sin duda, un elemento cristiano que se refiere a verdades reveladas.”
Más característica aún, desde el punto de vista Zen, es la visión de San Benito, que describe San Gregorio. Tuvo lugar en un monasterio edificado por un patricio llamado Liberius, mientras el santo estaba orando durante la noche en el piso superior de la torre: “Cuando el hombre de Dios, Benito, estando todavía dormidos sus hermanos, adelantándose a la hora de la oración nocturna se encontraba despierto ante la ventana en oración a Dios todopoderoso, al levantar de repente su mirada a la noche, vio como una luz descendía de arriba, ahuyentando todas las sombras de la noche y llenando todo de una claridad tan grande que esta luz que brillaba en la oscuridad era más clara que el día. En este mismo momento ocurrió algo maravilloso como él mismo contó más tarde, a saber: que ante sus ojos apareció el universo entero contenido en un único rayo del sol”258.
Es bastante probable que aquellos grandes filósofos paganos, Platón y Aristóteles, experimentaran una gran visión parecida, de la que luego a lo largo de sus vidas fue surgiendo, como de una semilla, todo su sistema filosófico.
257 SAN IGNACIO DE LOYOLA, Obras completas, BAC, Madrid 1952: Autobiografía, 31-109.
258 De vita Benedicti, en Patrologiae Cursus, t. 66, Migne, Paris 1846, c. 45.
Libro: ZEN Y MISTICA CRISTIANA
Autor: H.M. ENOMIYA LASALLE
Página #: 366
Willigis Jager
EL CAMINO DE VUELTA A CASA
Hay diferentes formas de acercarnos a lo numinoso. Hay diferentes caminos hacia el desprendimiento para que lo divino pueda irrumpir en nosotros. Tenemos:
1ª) La vía del intelecto. Podemos reflexionar sobre Dios y el mundo. Es el origen de la filosofía, de la metafísica y de la teología. Pero de ello no vamos a hablar aquí.
2ª) La vía de la religión. Podemos acercarnos a lo numinoso por el camino de la religión. Esto significa seguir la vía del culto, del rito, de la ceremonia, de los sacramentos y, generalmente unido a todo ello, el estudio de las Escrituras Sagradas, sus parábolas, símbolos y mitos. ¿Qué se esconde detrás de ellos? ¿Apuntan hacia lo esencial? Las parábolas, los símbolos y mitos de los libros sagrados son como vidrieras. Quedan iluminados por la luz que está detrás de ellos. La luz en sí no la podemos ver. Tan solo podemos reconocerla en su reflejo. Reluce, por así decir, en la vidriera de la parábola o del mito. La luz, que en sí misma carece de estructura y que no es tangible, en la vidriera adquiere color y estructura. Lo importante es que no tomemos las vidrieras por la Realidad última. Son solamente el fulgor de la Realidad en esa forma concreta. Tenemos que mirar más allá de esas vidrieras. Pero, ¿Cómo entrar en la luz misma?.
3ª) La vía de la contemplación. Es el camino de la contemplación cristiana o, como se dice en otras religiones, el camino del zen, del vipassana, de las formas de meditación tibetanas, o del sufismo.
Las tres posibilidades indicadas para acercarse a lo numinoso no se contradicen. Al contrario, se complementan. ¡Dichosa la persona que intente acercarse a lo divino por las tres vías! Pero aquí quiero centrarme más en el tercer camino, el camino de la contemplación sin objeto.
Libro: A DONDE NOS LLEVA NUESTRO ANHELO - La mística en el siglo XXI
Autor: Willigis Jager
Págs #: 44 - 47.
Hay diferentes formas de acercarnos a lo numinoso. Hay diferentes caminos hacia el desprendimiento para que lo divino pueda irrumpir en nosotros. Tenemos:
1ª) La vía del intelecto. Podemos reflexionar sobre Dios y el mundo. Es el origen de la filosofía, de la metafísica y de la teología. Pero de ello no vamos a hablar aquí.
2ª) La vía de la religión. Podemos acercarnos a lo numinoso por el camino de la religión. Esto significa seguir la vía del culto, del rito, de la ceremonia, de los sacramentos y, generalmente unido a todo ello, el estudio de las Escrituras Sagradas, sus parábolas, símbolos y mitos. ¿Qué se esconde detrás de ellos? ¿Apuntan hacia lo esencial? Las parábolas, los símbolos y mitos de los libros sagrados son como vidrieras. Quedan iluminados por la luz que está detrás de ellos. La luz en sí no la podemos ver. Tan solo podemos reconocerla en su reflejo. Reluce, por así decir, en la vidriera de la parábola o del mito. La luz, que en sí misma carece de estructura y que no es tangible, en la vidriera adquiere color y estructura. Lo importante es que no tomemos las vidrieras por la Realidad última. Son solamente el fulgor de la Realidad en esa forma concreta. Tenemos que mirar más allá de esas vidrieras. Pero, ¿Cómo entrar en la luz misma?.
3ª) La vía de la contemplación. Es el camino de la contemplación cristiana o, como se dice en otras religiones, el camino del zen, del vipassana, de las formas de meditación tibetanas, o del sufismo.
Las tres posibilidades indicadas para acercarse a lo numinoso no se contradicen. Al contrario, se complementan. ¡Dichosa la persona que intente acercarse a lo divino por las tres vías! Pero aquí quiero centrarme más en el tercer camino, el camino de la contemplación sin objeto.
Libro: A DONDE NOS LLEVA NUESTRO ANHELO - La mística en el siglo XXI
Autor: Willigis Jager
Págs #: 44 - 47.